24 de octubre de 2011

Posturas que miman el clítoris

El placer es cosa de dos. Con esto queremos decir que también nosotras las mujeres tenemos que tomar medidas para disfrutar.

Alicia Misrahi

Si ya has aprendido a pedir lo que te gusta y a decirle que lo que está haciendo te vuelve loca o, incluso, que esa otra caricia o ese otro movimiento te gusta más, es el momento de dar un paso más y buscar tu propio placer.

Olvídate, por un momento, de ser la chica sexy que intuyes que le gusta, de complacerle, de intentar batir récords sexuales propios y ajenos, de ir en persecución de uno o más orgasmos y concéntrate en ti y en lo que sientes... esas cosquillitas en tu sexo que ascienden por tu cuerpo; esa oleada de deseo y placer, su cuerpo contra el tuyo, envolviéndote; tu piel rodeándole mientras te acaricias contra él; tus manos acariciando su torso o esas partes que más te gustan de él; sus labios recorriendo tu cuello y tu boca...

Si quieres sentir más, colabora con tu propio placer. Hay muchas posturas que miman tu clítoris, pero si quieres que tu clítoris te adore: tócalo tú misma en esas posiciones en las que tus manos quedan libres. Y si el es especialmente hábil en pulsar tus teclas, guía su mano hasta el centro de tu placer.

Si quieres probar más, porque el sexo debe ser siempre una aventura llena de descubrimientos, aquí van unas cuantas posturas para sentir al máximo sin usar la mano:

El masaje íntimo
No sabemos si el roce hace el cariño, pero sí da placer. Controlar los movimientos es una de las mejores formas de gozar.
Sométele un poco pidiéndole que se tumbe boca arriba, bien cómodo, y ponte a horcajadas sobre él. Coloca las rodillaas y las manos a ambos lados de su cuerpo y desciende lentamente. Siéntele.
Ahora, pídele que se esté quieto y mueve tus caderas con los movimientos que te den más placer sea en círculo, en medio círculo, hacia atrás y hacia delante o en diagonal de forma que os masajeéis íntimamente de forma total, cálida, lenta y sensual.
Experimenta inclinando tu cuerpo y tu pelvis más o menos hacia delante para conseguir el máximo contacto con la base de tu placer.

El prisionero
Si el control es la primera clave para el máximo goce, la segunda es la presión, cuanto más envolvente, mejor.
Acuéstate al borde de la cama y pon tu piernas flexionadas hacia uno de los lados de tu cuerpo. Él flexionará las piernas o se arrodillará para penetrarte, dependiendo de su altura o de la altura de la cama.
De esta forma tu clítoris queda presionado entre tus suaves y carnosos labios vaginales. Juega a contraer y relajar tus músculos Pc para provocarte mayores sensaciones.
En este delicioso cara a cara pero de medio lado, otra de las ventajas es que las manos de los dos quedan libres.


La amazona caprichosa
¡Una silla! Además de una mesa, juntas o por separado, en el ajuar erótico de cada casa, no debería faltar una silla. Además, son útiles para comer (¡De "esa forma" también, viciosillas) o para relajarse y descansar.
Haz que se siente. De ti depende si se lo pides o lo empujas de forma más o menos expeditiva y siéntate sobre él. Si te apetece, permítele que te coja de las caderas, pero no dejes que mueva tu cuerpo: recuerda que el control lo tienes que llevar tú.
Baila sobre él al ritmo de tu placer

Placer en línea
El punto de partida es él tan criticado y denostado Misionero, que tiene muchas prestaciones y posibilidades dependiendo de cómo configuréis vuestros cuerpos y cómo pongas las piernas.
En otra ocasión, experimenta con una mayor o menor apertura y con las piernas más o menos subidas, dependiendo de tu elasticidad. Y abrázale (mejor dicho apiérnale) con tus extremidades inferiores de la forma que te sea más placentera.
Pero ahora, en este momento, céntrate en que vuestros cuerpos se alineen de forma que el movimiento proporcione mimos máximos a tu clítoris.
Túmbate con las piernas un poco levantadas (los pies apoyados en la cama) y abiertas y pon un cojín alto debajo de tu trasero. Tu pareja se tiene que tumbar sobre ti, penetrarte y colocar sus caderas por encima de la altura a la que están las tuyas. Moveos acompasadamente. El resultado es que la base de su pene acaricia de forma muy placentera tu llave del placer.

Las piezas de puzzle
Una postura lateral que produce muchas sensaciones, por presión, en el pene y en el clítoris.
Acuéstate de lado con las piernas juntas y dobladas. Él se tiene que tumbar detrás de ti encajando tu cuerpo con el tuyo. Aprieta los muslos con firmeza para maximizar las sensaciones de gozosa presión.
Puedes girarte hacia él de forma que tu espalda descanse sobre la cama con lo que tendréis un buen contacto visual. Jugad con un ritmo lento y cadencioso para exarcerbar vuestros sentidos y vuestro placer.

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